De Pedro Sánchez a Lara Méndez
Lugo, 9 de febrero de 2019
A la progresía española, que suele votar al PSOE tapándose la nariz, le cae bien Bill Clinton. El expresidente norteamericano al que hizo famoso una becaria genuflexa, dijo alguna vez que el ejercicio de la presidencia «se parece mucho a administrar un cementerio, porque hay mucha gente debajo de nosotros y nadie nos hace caso». El presidente Sánchez ha comprobado que Clinton se equivocaba: los administrados sí hacen caso de lo que dice y hace el presidente. La inaudita y cobarde aceptación por su Gobierno de un mediador en las relaciones con los independentistas catalanes ha tenido un rechazo tan contundente como generalizado, incluso en algunos sectores de su propio partido. Eso sí, en Galicia, el dicharachero secretario general del PSdeG, Gonzalo Caballero, en una demostración más de sometimiento al mando, guarda un silencio cartujo sobre este asunto, como lo guardan, en Lugo, el secretario provincial, Álvaro Santos, y la alcaldesa, Lara Méndez. Tan grande es la pifia, que Alfonso Guerra la calificó de desatino y avisó de que, si aprobar el presupuesto del Estado es importante, más importante es aún «mantener la dignidad de la nación».
En Lugo tan polémica decisión de Sánchez ha encontrado algunos valedores entre los clásicos del PSOE. José Blanco ha dicho algunas cosillas por medio de las redes sociales en apoyo de la iniciativa del Gobierno. Pero no hay que tomarlo demasiado en serio. Blanco aún no quiere irse a casa, todavía cree que aún puede beneficiarse un poco más de la vida pública y, para eso, sabe, porque tiene larga experiencia, que hay que masajear al que manda. Otro veterano del PSOE lucense, José Luis Díaz, ha dicho también alguna cosilla menor en defensa de la histórica iniciativa (quizá con perfiles judiciales de altos vuelos) del presidente Sánchez. Pero poco más.
En Lugo, la oficialidad socialista intenta eludir tan espinoso asunto anunciando a la carrera, al estilo Hermanos Marx, obras y obrillas de todo tipo y presupuesto con la vista puesta en el mayo electoral que viene; obras y obrillas a los que alguna prensa local, bien engrasada publicitariamente con fondos públicos, ha difundido como si fueran las más importantes del siglo. Periódico hubo que en el colmo del disparate atribuyó en portada a Lara Méndez, de modo personal y no citada como alcaldesa, el desbloqueo de un desarrollo urbanístico que nunca estuvo bloqueado por el Concello. Visto desde Lugo, claro, lo del mediador con los independentistas catalanes, no es gran cosa si se compara con la desfeita a la que ha sido sometida la institución municipal, la creciente inutilidad de la Policía Local, el desbarajuste en el cuerpo de bomberos, la larga lista de empresas que prestan servicios sin contrato y el cachondeo que el común de los ciudadanos se trae a cuenta del consistorio.
El PSOE, ese gran partido sumido en el caos por falta de liderazgo, tiene una rara habilidad para animar la política. Sánchez logró, en este sentido, uno de sus mejores éxitos al aceptar el mediador con los independentistas; en Lugo, lo consiguen cada día cuando los ciudadanos comparan el estado de la ciudad con las milongas que les cuenta el gobierno local por medio de los periódicos ahora que se acercan las elecciones. Y es que como ya avisó John A. Lincoln, «un dilema es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez». ¿O no?