El insoportable deseo de vivir de la política a tiempo completo
Lugo, 25 de mayo de 2019
Enrique G. Souto
Suele atribuirse a Dwight D. Eisenhower la afirmación de que «la política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano». Quizá tenía razón Eisenhower; o quizá no. Después de los experimentos recientes en España, no es muy seguro que el famoso norteamericano tuviese razón. La dedicación parcial a la política acabó convertida en dedicación a tiempo completo entre los jóvenes líderes de la ultraizquierda; tal vez para compensar, ahora asoma la ultraderecha. Y, por medio, el nacionalismo separatista. Ya se ha visto cómo han las instituciones españolas los profesionales recientes de la política, lo que se dedican las 24 horas del día a lo que antes atendían en los tiempos muertos de sus respectivas profesiones y oficios.
¿Ha mejorado algo la incorporación al teatro político nacional de los nuevos actores? No; a juicio de quien esto firma, no ha mejorado nada. Antes al contrario. Los espectáculos vistos en el Congreso son para poner los pelos de punta a los ciudadanos de a pie, a esos que con sus impuestos pagan los magníficos sueldos de los políticos españoles.
Vista la tendencia a profesionalizar el loable interés del ciudadano de a pie por la política, cabe entender que Eisenhower se equivocó. La dedicación parcial deviene en interés inusitado por convertirla en exclusiva en cuanto el aspirante percibe el olor de la nómina institucional; tiene efectos verdaderamente mágicos sobre muchos de los que se acercan a la política. En cuanto la pituitaria del aspirante percibe con claridad el aroma del salario político, ya es uno más en la batalla por abrirse camino. Pasa en todos los partidos, pero echen un ojo a la hemeroteca y verán qué de prisa han aprendido en los de más reciente incorporación a las grandes instituciones españolas.
El interés por el cambio profesional, por pasar de la dedicación parcial a la exclusiva, se da con mucha claridad en los primeros escalones de la representación institucional, señaladamente en ayuntamientos y diputaciones. Mañana será día de elecciones municipales y europeas. ¿Hay algún ingenuo que crea que el disparatado número de listas que se presentan en algunos ayuntamientos tienen que ver con pejigueras ideológicas, con el deseo inaplazable de servicio a la comunidad o con alguna parafilia relacionada con el masoquismo? No, no. Nada de eso. Las listas se multiplican al olor de las prebendas que ofrece la política institucional. Una vez rota la membrana de acceso, y para sujetos dotados de una mínima inteligencia y capacidad de maniobra, es poco probable su expulsión del cuerpo político durante un buen número de años. Por eso, se atribuye a Woody Allen haber señalado lo siguiente: « El mago hizo un gesto y desapareció el hambre, hizo otro gesto y desapareció la injusticia, hizo otro gesto y se acabó la guerra. El político hizo un gesto y desapareció el mago». Por eso, no es seguro que Eisenhower estuviese en lo cierto. Quizá acertaría si fuese posible mantener el número de políticos y aspirantes en niveles ecológicos. En caso contrario, cuando son demasiados los que se dedican profesionalmente a la política, ocurre lo mismo que cuando hay exceso de ejemplares en algunas otras especies: constituyen un problema para la sociedad. Mejor que políticos a tiempo parcial, ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes, con conciencia del protagonismo que les corresponde. Mañana tienen el derecho y el deber de ejercer ese protagonismo. Háganlo, pero háganlo conscientes de lo que hacen. No se fíen de los que prometen construir puentes donde no hay río. No dejen que pasen de la dedicación parcial a la exclusiva.