Migrantes, invasores y los cálculos de Pedro Sánchez
Lugo, 31 de agosto de 2019
Enrique G. Souto
Un barco de guerra español recoge en un puerto italiano por orden del presidente Pedro Sánchez a quince migrantes y los traslada a España. Es fácil suponer a cuánto asciende el coste real del «billete» de cada uno de los viajeros. Prácticamente al mismo tiempo que el pasaje desembarca en España, en Ceuta, un pelotón de agentes de la Guardia Civil, sin apenas equipo, intenta, con evidente riesgo para sus vidas, parar una nueva oleada de invasores (invadir, según la RAE, es: irrumpir, entrar por la fuerza). Son dos perfiles de un mismo asunto cuya gestión pone de manifiesto la catadura moral de quien ejerce interinamente la presidencia del Gobierno de España, preocupado únicamente por asegurarse en el cargo, ya sea mediante acuerdo con Podemos e independentistas ya mediante la llamada a las urnas.
Pedro Sánchez quiere elecciones. Está convencido de que saldrá reforzado de una nueva cita con las urnas y de que, la nueva convocatoria, reducirá hasta la irrelevancia a Podemos y sus mareas. Sánchez, Narciso irrecuperable, ni leyó a Marco Aurelio, ni, de haberlo leído, hubiese sido capaz de entender nada de lo que dice. Cómo, a la vista de su modo de proceder, podría comprender por qué uno de los grandes emperadores romanos escribió que «lo que no beneficia al enjambre, tampoco beneficia a la abeja». Ha tenido tiempo suficiente para demostrar cuánto le importa el enjambre, o sea, el país, la nación, la patria. Y lo que ha dejado claro hasta la transparencia es su capacidad para el egoísmo, para el cultivo del propio ego y para pensar en sí mismo. La abeja gobernante, claramente lesionados, en opinión del cronista, los intereses del enjambre, puede salir malparada de la extraña, disparatada e interminable aventura vivida desde la moción de censura.
La línea política seguida por Sánchez tras las elecciones generales sería un espectáculo desopilante de no ser por las graves consecuencias económicas, sociales y de imagen para el país, para España. En materia de política migratoria, el viaje del Audaz y el incidente de Ceuta son suficientemente significativos y clarificadores. Como lo es, en otro terreno, el bloqueo de la financiación de las comunidades autónomas y la estrategia de defensa de tal medida establecida por los socialistas, que lleva a algunos, como Pablo Arangüena, a equiparar a Núñez Feijoo con Torra y Puigdemont por exigir del Gobierno la financiación que le corresponde a Galicia. Sería hilarante si no fuera por las consecuencias. En este marco, en este caldo de cultivo, Pablo Iglesias ya sabe que, si no quiere elecciones, tendrá que pasar por el aro que le muestra Pedro Sánchez: la investidura a cambio de nada, de un blablablá de compromisos programáticos, es decir, nada.
En el PP y en Ciudadanos están convencidos, al menos hay muchos convencidos, de que Sánchez decidió hace semanas enfilar la senda electoral. Si Ciudadanos persiste en el error de no entender el mensaje que le lanzaron los votantes en las pasadas elecciones generales, hará un notable favor a Pedro Sánchez. El centro-derecha español está llamado a entenderse más allá de la pugna entre líderes jóvenes y peleones. Si no lo hace de cara a la muy probable próxima cita electoral, habrá de hacerlo en las siguientes. Solo retrasará lo inevitable y dará oxígeno a Pedro Sánchez en su viaje a no se sabe qué parte de la izquierda desde la confortabilidad del poder. Si la lección que representa la misión encomendada al Audaz y la invasión de territorio español en Ceuta no son suficientes para que el centro-derecha entienda que, con el mapa político actual, el PSOE y Pedro Sánchez volverán a gobernar España, es que, realmente, no están aún en condiciones de tomar el relevo. De un modo u otro, pronto se despejarán las dudas. Solo cabe esperar que, mientras, a los agentes de la Guardia Civil se les dote de los equipos necesarios para controlar con eficacia y seguridad el acceso no autorizado a territorio español. Y que el Audaz dedique sus horas de mar a las tareas propias de un buque de guerra.