Martín Villa o cómo perseguir a los que fraguaron la Transición

Enrique G. Souto

Lugo, 4 de septiembre de 2020

Como un “político de mucha enjundia” definió Jiménez de Parga (“Vivir es arriesgarse”) a Rodolfo Martín Villa, el exministro al que una jueza argentina, a la que el gran Carlos Herrera se refiere como “La bruja Lola con toga”, tiene bajo su punto de mira. En la línea abierta por el inefable juez español que no precisa ser nombrado, la argentina investiga a Martín Villa por algunos sucesos ocurridos en los últimos años 70 en España, en los días de la Transición, que fue modelo para el mundo y que la izquierda disparatada e infame trata de devaluar y pone en tela de juicio.

El mismo Jiménez de Parga escribió en su libro ya citado que “el acto de constitución de las Cortes, después de las elecciones del 15 de junio de 1977, fue uno de esos espectáculos grandiosos que rarísima vez se dan en la historia”.  Añade que “ver en los escaños a quienes venían de un interminable exilio, o salían de las prisiones por presuntos delitos políticos, junto a los que habían detentado cargos durante la dictadura de 40 años, es algo que movía el ánimo infundiéndole asombro (…)”. Sí, la Transición es una de las páginas más gloriosas de la muy larga historia de España. Por eso, los enemigos de España, señaladamente la izquierda alocada, aprovecha cuantas bazas se ponen a su alcance, sean nacionales o extranjeras, para ensuciar una de las etapas más brillantes, quizá la más brillante, del pasado español.

Está claro que, mundo adelante, los émulos del famoso exjuez español no están dispuestos a perder la oportunidad de dar un poco de brillo a sus carreras usando el reclamo de la Transición y poniendo en la picota a algunos hombres que fueron piezas claves en el proceso, que, de la ley a la ley, llevó a España del franquismo a la democracia. Poco importa que, sino tales jueces, sí los que los jalean tengan mayoritariamente por referencia sistemas que nada tienen que ver con la democracia, con la libertad y con el progreso. No es sorprendente que haya togados que actúen así; lo sorprendente, lo que duele en el alma, es ver cómo una parte de la ciudadanía aplaude tales iniciativas que, en algunos casos, afectan a hombres que pelearon, tan honorablemente como pudieron, en el fango político de aquellos años para instalar la democracia en España y consolidarla. Fue tarea de hombres y mujeres con altura de miras, valor, capacidad de olvido y perdón. Y ahora se cuestionan sus esfuerzos y sus logros incluso por gentes como, según definición de Carlos Herrera, “La bruja Lola con toga”. Que nadie se extrañe si paulatinamente aumenta el número de carteles como el que se exhibió ante el Consulado de Argentina en Madrid con motivo de la declaración de Rodolfo Martín Villa: “Solo España juzga a España”.  Unos y otros buscan devolver a España a los días de caos. A los ciudadanos les toca poner pie en pared y defender lo conseguido desde 1977. Aún hay tiempo, pero cada vez hay menos porque los errores electorales se pagan pronto. Los estamos pagando. La imagen de Martín Villa entrando en el Consulado Argentino es la mejor muestra gráfica de que es así.