Un tren atrapado en un túnel, metáfora del socialismo gallego

Enrique G. Souto

Lugo, 29 de diciembre de 2019

El ex presidente del Gobierno Mariano Rajoy constata en su libro Una España mejor la creciente tendencia en política a los discursos basados en la confrontación y no en la cooperación. Ese «exceso de impostura» conduce, aclara, a una política de «campaña electoral permanente y extenuante». Especialmente extenuante, cabe puntualizar, para el ciudadano de a pie, que ve cómo el discurso de algunos políticos choca, hasta desintegrarse, con la realidad sin que el charlatán se sonroje ni haga propósito de enmienda, sino todo lo contrario. Las más recientes manifestaciones en Lugo del secretario general de los socialistas gallegos, Gonzalo Caballero, constituyen un claro ejemplo de lo que queda dicho. A tenor de lo recogido por los medios de comunicación, el sobrino del alcalde enamorado de los leds de colorines no expresó más que su firme decisión de llegar a la presidencia de la Xunta, apoyado en no se sabe cuántas propuestas, porque no las desgranó. Casi al mismo tiempo que el aspirante ejercía de rey desnudo, un tren de viajeros quedaba atrapado en un túnel en las inmediaciones de la provincia, como consecuencia de la desastrosa política de infraestructuras desarrollada por los socialistas en el Gobierno de España. Viajeros a oscuras en medio de un túnel, con frío y el susto en el cuerpo y el aspirante a la presidencia de la Xunta, que seguramente sabía lo que había ocurrido (mucho peor sería que no lo supiese), no dedicó ni una palabra a la incidencia. Esa es la preocupación del socialista Gonzalo Caballero por Galicia, por Lugo, por sus infraestructuras, por sus gentes y por aquellas que, por un motivo u otro, intentan llegar a esta esquina de España.

John F. Kennedy dejó dicho que «en un momento de crisis interna, los hombres de buena voluntad y generosidad deberían poder unirse sin importar partido o política». Parece lo deseable, sí, pero ya está comprobado que hay momentos en el devenir de la humanidad que tal modo de operar se vuelve imposible, porque lo impide la falta de calidad de quienes se dedican a enredar en política. Rajoy se refiere a la «campaña electoral permanente y extenuante» en que se ha convertido el ejercicio de la política, que, agrega el cronista, está directamente relacionada con la falta de buena voluntad y generosidad. Y así, mientras el aspirante perora con la única intención de abrirse camino hacia la presidencia de la Xunta, unos 140 viajeros de un tren que quedó atrapado varias horas en un túnel camino de Monforte llegaban, a trancas y barrancas, a sus destinos. Y el aspirante, representante máximo en Galicia del partido que gobierna en España y que, por tanto dirige Renfe y Adif, no tuvo ni una palabra (al menos no la recogieron los medios de comunicación) de apoyo a los afectados y de reivindicación de un ferrocarril digno y seguro. El mismo que quiere ser presidente de los gallegos enmudece ante un problema así y aplaude cuando la demagogia de los suyos anuncia una estación intermodal en Lugo, una ciudad sin trenes o con unos pocos trenes que quedan atrapados en los túneles. A incidencia diaria sale Renfe/Adif en los servicios a Lugo; todo un récord.

Dice el aspirante socialista que él es un corredor de fondo. Y hace bien, porque, a la vista de las circunstancias, es muy probable que necesite mucho tiempo y resistencia para ver cumplido su objetivo. Y eso porque en Galicia, el partido al que representa y que gobierna en España se le tiene muy presente por Alcoa en peligro de cierre; los riesgos que entrañan algunos servicios de Renfe; As Pontes en clausura, el AVE que aún no llega a Galicia, la A-6 en estado de deterioro y así un largo rosario. En este marco, el candidato, el sobrino del alcalde al que gustan los leds de colorines, visita Lugo para afirmarse en su condición de aspirante a la presidencia de la Xunta y demuestra que, como avisó Rajoy, todo es campaña electoral. Y queda claro por qué no es posible la unión en momentos de crisis; no es posible porque para eso hacen falta «hombres de buena voluntad y generosidad» y estorban a tal propósito los charlatanes en permanente campaña electoral. Aquellos que no se interesan por la suerte de los viajeros de un tren atrapado en un túnel, metáfora perfecta de la política en España y del socialismo gallego.