¿Quién teme a unas nuevas elecciones generales?
Lugo, 27 de julio de 2019
Enrique G. Souto
El exministro Rodolfo Martín Villa dijo de los socialistas a Vázquez Montalbán al poco de que Felipe González llegase a la presidencia del Gobierno: «Son de un conservadurismo que hoy día no podría permitirse un gobierno de derechas. (…) Sienten la confortabilidad del poder y no quieren perderla. La sienten en mayor medida de lo previsible». Después de la frustrada investidura de Pedro Sánchez está muy claro que los socialistas, singularmente el aspirante, «sienten la confortabilidad del poder». Por eso, en una España que vive entre paréntesis, quien aspira a presidirla se permite el lujo de tomarse una veintena de días de vacaciones. Sí, tenía razón Martín Villa: los socialistas sienten la confortabilidad del poder en mayor medida de lo previsible. Tras el debate que no acabó en investidura, únicamente los que creen que de los cambalaches políticos puede salir alguno bueno para el país no son aún partidarios de la celebración de nuevas elecciones generales.
Tras el espectáculo que fueron las negociaciones PSOE-Podemos, solo a los que ven más viable el acceso a la confortabilidad del poder por la vía del chalaneo político que por la vía electoral les da repelús una nueva cita con la urnas. ¿Resulta muy caro? ¿Tiene altos costes para el país? La respuesta a las dos preguntas es sí. Pero, en todo caso, es menos oneroso para el país y para su imagen internacional que el circo que montaron, y que seguramente mantendrán durante unas semanas más, el socialista Pedro Sánchez y el podemita Iglesias, ese revolucionario de salón dispuesto a gustar las mieles del poder aunque sea por vía conyugal.
Sánchez, el socialista de mandíbula dura y apretada, el del «no es no», busca descargar en el otro (en todos los otros) su fracaso. Es comprensible que lo haga en el caso de Podemos, que tiene un alto porcentaje de responsabilidad en la desfeita. Pero tratar de indilgar la factura del desaguisado al PP y a Ciudadanos es una broma de mal gusto, la broma de un trilero de la política que no acaba de entender la alta responsabilidad que asume. Por eso, es el momento de que los españoles, que tras lo vivido en las últimas semanas ya no puede alegar desconocimiento, decidan con su voto del futuro de España. En una situación como la actual, toca a cada español mayor de edad asumir la responsabilidad del futuro de la nación. Tienen el deber y el derecho de hacerlo. En la misma entrevista con Vázquez Montalbán, en la primera mitad de la década prodigiosa, Martín Villa, señaló: «Todo lo que está a la derecha de los socialistas debe aliarse para ganar las próximas elecciones (…). Para articular una alternativa de derecha centrada, porque la inmensa mayoría de la sociedad española es de centro». El mensaje tiene plena validez en un escenario en el que PP y Ciudadanos se disputan el mismo espacio. Si Casado y Rivera no lo entienden, con o sin elecciones saldrá ganando Pedro Sánchez, pero ganarán también el populismo y el independentismo. En Galicia también, y no pasarán muchos meses antes de que se vea con claridad; será en cuanto los gobiernos municipales y provinciales PSOE-BNG empiecen a operar a toda máquina en clave de elecciones autonómicas. La ola de caos político impulsada por Pedro Sánchez, el socialista de mandíbula dura y apretada, buen navegante en la galerna partidista e institucional, puede minar, hasta hundirlo, el bastión gallego del PP. Por eso, en España y singularmente en Galicia, «todo lo que está a la derecha de los socialistas debe aliarse para ganar las próximas elecciones»; las generales, si las hay, y debe haberlas, y las gallegas. O eso, o el triunfo del populismo y el independentismo. Allá cada uno.