Elecciones y el riesgo de desintegración de la nación
Lugo, 18 de mayo de 2019
Enrique G. Souto
«(…) El principal problema de la España actual, la desintegración de la nación. Ya la única manera de detener, la de otro modo imparable marcha que venimos siguiendo desde hace décadas, es una reforma constitucional». Esto lo escribió en 2015 el exministro José Manuel Otero Novas (Vigo, 1940) en su libro Lo que yo viví. Memorias y reflexiones políticas y el que firma este texto comparte su opinión. Las elecciones locales del próximo día 26 demostrarán que es así, con la instalación en las corporaciones municipales de partidos antisistema y otros abiertamente independentistas que, si no tienen oportunidad de asumir alcaldías, tendrán la capacidad, vía pactos de investidura o de gobierno, de influir sobre ellas. Y en algunas comunidades el riesgo de una tormenta perfecta es grande.
El peligro de desintegración no radica exclusivamente en los partidos que a cara de perro reclaman la independencia de las comunidades a las que dicen representar. Tan peligrosos como ellos son aquellos ya arraigados en los territorios que quieren independizar, al menos como objetivo utópico, y que ocultan su condición de lobos bajo pieles de cordero. En Galicia, sin que la sociedad parezca darse cuenta, está ocurriendo algo de esto. En Lugo, el discurso amable, seductor y hábil al que se acoge el BNG en esta campaña para las elecciones municipales concita tantas simpatías que anuncian una subida notable de este partido. El Bloque, en las elecciones europeas, que también se celebrarán el 26, se presenta de la mano de Bildu. Más claro, agua.
Pocos, sin caer en la órbita de Vox y similares, se atreven hoy a hablar de la nación española, a decir España en lugar de la supina estupidez de estado español. Algunos, blindados frente a la estupidez de la progresía de salón y lo políticamente correcto, sostenemos que España es la patria de los españoles, independientemente de su condición de catalanes, vascos, gallegos, murcianos, etcétera. Y no olvidamos que los santones de los que echa mano la falsa progresía ocultan que, por ejemplo, Manuel Azaña, presidente de la Segunda República, dejó dicho: «Os permito, tolero, admito, que no os importe la República, pero no que no os importe España. El sentido de la Patria no es un mito».
Los que abiertamente exponen sus deseos de romper España tiene el peligro que tienen, pero permanecen identificados para la inmensa mayoría de los españoles. Los otros, los que decidieron ocultarse bajo piel de cordero, son emboscados a la espera del momento oportuno para mostrarse tal cual son. Por eso, españolito que el 26-M acudirás a las urnas, piensa bien qué papeleta eliges; conviene que llegues al colegio electoral con la reflexión hecha y con las ideas claras. No vaya a ser que cuando se constituyan las corporaciones locales, y, donde toque, los gobiernos autonómicos, compruebes que lo que viene no es bueno para tus intereses personales, familiares y económicos; en síntesis, para tu futuro.
Otero Novas expone en el libro citado que, a su juicio, la reforma constitucional que precisa España tiene que mantener las comunidades autónomas pero al mismo tiempo debe permitir «que el poder central vuelva a ser capaz de gestionar eficazmente los intereses de la nación en su conjunto». Me da la impresión de que cada vez son más los que piensan así, porque temen y no quieren la desintegración de la nación. ¿O no?